Querido lector, voy a dirigirme a ti con el fin de tratar la parte más poco luminosa que (algunas veces) pueda sacudirte: los momentos de bloqueo mental, corporal, emocional y visceral.

Cuando sientes que no puedes más, que el cuerpo responde de manera desorbitada a una mente parlanchina, boicoteadora y egoísta, que, a lo único que aspira es a absorber tu paz y volcarte una serie de inseguridades, miedos y bloqueos.

Los momentos en los que no sabes qué hacer porque ni consciencia puedes darle a eso que estás haciendo.

Momentos de sentir desproporcionadamente, como si hablásemos de zoom máximo a intento de fotografía decente.

Solo llegar a retratar espacios oscuros, difusos, poco claros…

Cero nitidez.

Absoluta desproporción, vista de manera desagradable.

Pues bien, dada la comparación del ejemplo anterior, supongo entiendes que, en esos momentos de torbellino emocional, de pensamientos en modo “centrifugado”, en los que no sabes que hacer, porque ni sabes lo que estás haciendo…

Simplemente acepta que nada en ti está mal, que está bien estar mal, porque seguramente (y así confío), sabes poner luz a esos momentos de oscuridad, de sombras opacas.

Sentir emociones desagradables forma parte de lo que la vida ha decidido para unos humanos severamente evolucionados.

Por tal, solamente cuando entiendas que lo más simple, eso que se te está ocurriendo ahora mismo, eso que pasa por tu mente en este preciso (y precioso) momento, es justo la respuesta que necesitas, podrás abrirte a un cambio de visión, con un zoom mucho más rebajado, con una perspectiva mucho más panorámica…