Muchas veces, la psicoterapia, entendida como el proceso de autoconocimiento a partir del que la persona se descubre, se cuestiona y se replantea aspectos severamente (o livianamente) importantes para su día a día, considera centrar el foco de atención en el positivismo, o, dicho de otro modo, la psicología abre una puerta a la corriente entendida como “psicología positiva”, a partir de la que, poder enfocar en aquellos aspectos vitales que confluyen de manera positiva.

Bien, desde mi experiencia (personal) y profesional, destacar no solamente el énfasis en la psicología positiva, como un mero parche para huir del temido “estoy mal”, “me siento mal”, “lo veo todo oscuro” … y un sinfín más de frases dichas desde la parte más sombra de nuestro ser.

La psicología positiva, para que se entienda desde una raíz sana, debería surcar terrenos pantanosos para entender que evitar el sentir no lleva a ninguna parte.

Me explico, si intento parchear lo mal que me siento pensando que la vida es maravillosa, seguramente estaré cruzando el puente hacia el bienestar de una manera autómata y cero consciente.

Por esto, planteo: más allá de vivir el enfoque positivo desde el perfil “dejadeladolomalo”, deberíamos vivir desde un enfoque optimista, entendiendo el bienestar como la clave, en el que, no solamente estamos bien, si no que, disfrutamos de la maravillosa experiencia de abrazar el ahora, lo que es, lo que somos, lo que tenemos, anclándonos en las sensaciones, en la gratitud de vivir lo vivido, de entender que todo lo pasado vino para ser aprendido, para marcarnos una huella de la que, el simple recuerdo nos llevará a fortalecer nuestras raíces y a potenciar nuestro simple y grato…

BIENESTAR