Hablar de lo que nos pasa desde la ventana de la oportunidad suena realmente bien, porque, de este modo, da la sensación de que la vida siempre lleva consigo un regalo, el cual decido acuñar como aprendizaje.

Sí, la vida es un constante aprender, con sus oportunos desaprendizajes y los reaprendizajes necesarios.

Así es como te lo digo, como te lo cuento, y como lo creo, pero creo también que, suena muy utópico e ilusorio, pero reitero, no lo es.

El problema, el cual hace que no veamos la vida como una ventana de oportunidad tiene un nombre: QUEJA.

Sí, esa supuesta frase dicha sin ánimo de construir de modo favorable, usada como un simple escape, como una necesidad de expresar lo que sentimos, y oye, como lo sentimos eh, como nos duele, nos molesta, nos irrita, nos invade y nos sacude cierta situación que, un buen día, genera una descompensación en nosotros, y de nuevo la queja.

La queja para soltar, para liberarnos… sin ser conscientes que, de este modo, el resultado que obtendremos es el siguiente: NINGUNO

Así pues, procedamos a unir la palabra protagonista (QUEJA) con el último término escrito en la línea anterior (NINGUNO).

Veremos cómo, si conjugamos uno con el otro, nace la siguiente frase:

QUEJARSE NO TIENE NINGÚN SENTIDO, o SENTIDO NINGUNO.

Así es, la queja funciona como un potenciador del estado de ánimo negativo, de modo que, quejarse sería como entrar en una espiral perturbadora, pensando que, en algún momento llegarás a salir de ella.

Déjame decirte que, esa espiral es atrayente, de una fuerza atroz… por tal, vivir sumido en el modo bucle negativo invasivo destructor a lo único que te llevará es a sentirte más de eso por lo cual te criticas, por lo cual juzgas, o por lo que, en resumidas cuentas… TE QUEJAS.

Feliz reflexión