CERO COMPARACIONES

Llegado el mes de junio comienzan las prisas por llegar “sanas y salvas” a la operación “bikini” (no pudiese llamarse “operación calzoncillo o bañador”).

La lucha constante por salvar el cuerpo del infierno que supone lidiar con las críticas ajenas, que muchas veces, no son tantas como lo son las internas, las propias. El machaque hacia uno mismo:

EL ODIO (o rechazo) al propio cuerpo.

El intentar seguir (a rajatabla) la rutina que promueve la influencer llamada X; la búsqueda del culo perfecto; el batido proteico que te hará subir la masa muscular; el reductor celulítico que te asegura tener la piel tan fina como la “supuesta” persona que te lo promueve (y vende).

Y, a pocos días de entrar en julio, te aseguro una cosa:

Ni el batido, ni el anticelulítico, ni la rutina deportiva te asegurarán tener el cuerpo de quiénes te lo venden, por el simple y llano hecho de que TU CUERPO ES TUYO y de nadie más.

Ni el culo de Jennifer López, ni la espalda de Mireia Belmonte…

NADA

Hacer y hacer y hacer desde el rechazo a ese que te acompaña, que te permite bailar, andar, moverte y abrazar, no te llevará a una aceptación de lo que ha sido (y es) tu compañero de viaje desde el momento en el que naciste.

Por tal, permítete entrar en CERO comparaciones. En no pensar y luchar (a contra corriente) en conseguir objetivos desorbitados, porque deja que diga que es desorbitado (y descabellado) QUERER y CREER poder llegar a ser ese cuerpo (que tanto promueve prensa y redes sociales) y que, simple y llanamente, no te pertenece, por el simple hecho de que…

AHÍ

NO

HABITAS