Empezar con alguien: todo un desafío en la era del “no compromiso”, del miedo a los vínculos, a desear estar, por esa persona que te capta, te deslumbra y te remueve.

Ilusión y ganas. Cierta dependencia tecnológica (nada extraño en la era de las redes sociales).

Deseos de ser, y de estar. De quedar. De planes. De futuros inciertos, pero tildados de expectativas tan altas que la ostia con la realidad (que sin buscar, te das), provoca toda una serie de moratones emocionales.

Esa ostia llega, porque esa persona, un día, al azar, cuando todo, digo TODO, va bien (o parece ir bien), desaparece.

Sin explicación alguna. Dejando un vacío en tu vida que difícil de llenar (en ese momento).

Porque del día a la noche, todo se ve oscuro.

Te sientes una mierda. Poco importante. Insignificante.

Te invade la culpa.

“¿Qué he hecho mal?

Te repites, constantemente, día y noche.

Intentas buscar o darle un sentido a semejante acto cruel.

Lo intentas justificar.

Te sientes aún peor.

Esa persona, que ha desaparecido, de tu vida, que no del planeta, ha hecho un “goshting” en toda regla.

Cero implicación emocional, cero empatía, cero sentimientos.

Actitud cruel.

Recuerda: si alguna vez alguien ha actuado así contigo, TÚ NO ERES EL PROBLEMA, simplemente, te has topado con una persona cruel, con cero responsabilidad afectiva.

Toma las riendas de TU VIDA, y simplemente ACEPTA que posiblemente, necesitas entender que…

NO

HAY

EXPLICACIÓN

ALGUNA