Tres sencillas formas de sentir emociones.

  • La canción que te transporta a una época concreta de tu vida.
  • La frase motivadora que, en algún momento, alguien soltó al azar pero que, sin más, generó en ti una huella imborrable.
  • La imagen de una persona…
    Vale, voy a centrarme en ésta última:
    La imagen de una persona o, más bien, la expresión de ESA persona (su mirada, su gesto, su andar, su cuerpo hablando por sí solo…)
    Sigo con esa persona: su entorno, su ritual, su actitud frente la vida, la paz que desprende, la paz que trasmite…
    ¿Todo lo mencionado? Sí, todo lo mencionado es pura inspiración.
    Porque la persona que me ha llevado a escribir estas palabras, aquí y ahora, seguramente, hace pocos minutos, ha seguido su ritual, el cual lleva realizando durante todo el solsticio de verano.
    Y yo, hoy, entre cuatro paredes, frente a una pantalla, y no recibiendo más luz solar que la de una lámpara a medio gas (por tal, retiro lo de “solar”), me siento inspirada por un bohemio solitario.
    Así pues, la influencia que este ser humano (cuyo nombre desconozco), se polariza hacia lo positivo.
  • Porque influenciar no es malo.
  • Porque deberíamos etiquetar menos.
  • Porque deberíamos sentir más.
    Y cuando uno capta cierta influencia y, al mismo tiempo siente emociones (y sensaciones), es cuando bienvenida es la inspiración.
    Porque la inspiración que me provoca el curioso desconocido, me permite acomodar ciertos estilos de vida que, aun siendo también muy míos, me permiten reconectar esos días grises, nublados, de torvisca y polvareda mental.
    Por todo ello, simplemente, agradecer toda fuente de inspiración:
    UNA CANCIÓN, UNA FRASE, UNA PERSONA…

Inspir_ARTE…