Muchas veces, nuestras emociones funcionan como una madeja de hilo, que, sin posiblemente hacer nada fuera de lo común, se enredan por sí mismas, sin encontrar mecanismo alguno para poder hacer que vuelvan a su origen.

Como cuando las luces de navidad se enredan, de año a año, y, para poder lucir un bonito abeto, radiante y luminoso, se requiere de PACIENCIA Y PERSEVERANCIA.

Lo mismo con las emociones.

Paciencia y perseverancia, ante esas emociones que se están, y no entendemos el porque.

Frustración, rabia, miedo, desazón, desolación…

Compañeras de viaje (un tanto molestas).

Madejas de hilo revueltas.

Aprender de ellas, como maestras que son, a que la vida es tropezar, errar, caer y, sobre todo, LEVANTARSE.

Que los sueños existen.

Y se cumplen.

“¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?” (Vincent Van Gogh)