Plantearnos por un momento la necesidad de abandonar nuestros orígenes, nuestra Tierra, nuestras costumbres…

Puede sonar fácil, pero NO lo es.

El sentimiento de pertinencia forma parte de nosotros desde el momento 0.

A nivel evolutivo, psicológico y emocional, somos profundamente vulnerables (por mucho que nos empeñemos en mostrar fortaleza y antifragilidad).

No tener otra opción que la de escapar de una guerra, de una economía ahogada, de unas condiciones de vida infrahumanas…

Llegar a un destino (supuestamente) mejor, con personas con caracteres y actitudes de distanciamiento, de frialdad y escasa empatía…

SOLEDAD Y TRISTEZA como protagonistas de cada una de las historias contadas por aquellas personas que, motivadas por querer vivir una vida digna, renuncian al continente emocional que se alberga sintiéndose uno parte integral de un todo.

Reconstruir piezas rotas de un puzle emocional frágil no es tarea fácil.