Abro el miércoles con el deseo (y necesidad) de poder expresar lo que, a lo largo del tiempo (tanto bajo mi experiencia profesional como personal refiere), veo, observo, o miro…

Personas que vienen y van, dormidas (pero despiertas a la vez) -presupongo entiendes el sentido metafórico de lo anterior.

Gente con necesidades íntimas no satisfechas que, con el afán de llenar vacíos, se deciden a cargar más peso al que ya (de por sí), sus espaldas llevan arrastras.

Así pues, la cultura occidental (en general), o mediterránea (en particular), nos lleva a seguir un menú basado en tres partes:

Entrante: RUIDO (ante el dolor y el vacío), como herramienta “paliativa” a lo anterior.

Principal: ATROFIA EMOCIONAL (término que muy probablemente no exista), como base del menú de funcionamiento humano (incapacidad para sentir, dificultad para poner nombre a las sensaciones, miedo a experimentar dichas emociones, no saber cómo hacer para “silenciar” lo que se supone es “malo”, o “incómodo”), y un largo etc.

Postre: VACÍOS rebosados de empacho atronador. El empacho proveniente de tanta voz, ruido, emociones silenciadas (y enquistadas) bloqueadas… miedos, inseguridades, necesidades insatisfechas

Así que, sin más objetivo que el de defender la necesidad de experimentar el silencio, el vacío emocional, el perderse… el RECONOCER, no hago más que la siguiente propuesta:

CAMBIEMOS

DE

MENÚ

Feliz miércoles