Marcamos la diferencia, en el justo momento en el que decidimos llevar a cabo una serie de conductas desde el amor, desde la aceptación. No vivir a expensas de la típica costumbre de negar lo que es, odiar o resistirnos a lo que nos viene dado.

Bien, puede que surjan ciertas dudas respecto al tema sobre el qué estoy hablando, o al cual me refiero.

Pero entenderás mis palabras cuando comprendas que, hacer lo primero (llevar a cabo comportamientos desde el amor) desencadena en una serie de elecciones compasivas, sobre todo, cuando el tema central es la alimentación.

  • Aceptar lo que somos.
  • Cuidarnos.
  • Nutrirnos.

Proceder a elecciones desde la libertad, desde el poder y desde la aceptación corporal.

Querer lograr nuestra mejor versión, nuestra versión más saludable (física y mentalmente hablando).

  • Porque tomar como elección una pizza XXL es sano para nuestra mente, si es eso lo que en ese precioso momento nos pide el cuerpo.
  • Porque decidir basar nuestra alimentación desde la escucha lleva a una sincronía entre lo que somos y lo que hacemos.

Pero, en el justo momento en que negamos lo que nos viene dado por naturaleza (genética y muchas veces, ambiente), nos sometemos a tal presión que, desde ahí, desde el odio, surgen toda una serie de conductas desadaptadas (psicológicamente hablando).

  • Atracones
  • Sentimiento de culpa
  • Rechazo
  • Conductas autolíticas

Y un sinfín.

Por esto, hoy, vengo y digo:

Todo, absolutamente todo lo que decidas, decídelo desde el amor, desde la compasión.

No desde la repulsa, ni el rechazo.

Lo primero, te llevara a un estado de equilibrio emocional.

¿Lo segundo? A descompensaciones emocionales, nutricionales y conductas compulsivas con consecuencias nefastas para tu bienestar (tanto físico, como EMOCIONAL).