Con esta frase quiero expresar que, muchísimas veces, las situaciones que “deberían” ser percibidas o interpretadas como oportunidades, son descritas como putadas, o dicho de manera más correcta, como posibles catástrofes…

Realmente, son luz que llega a nosotros en forma de sombra, de negatividad, de fracaso, de no-logro…

Y es entonces cuando sentimos emociones ambivalentes, cuando debería sentirme alegre por el cambio que pueda suponer en mí, pero realmente me invade una inmensa furia.

Cuando debería sentir tristeza por una situación denominada “x”, pero realmente me invade una sensación de bienestar…

Vale, hasta aquí, todo muy meditativo.

Vayamos a los hechos.

Si un día al azar, te llega un mensaje de tu jefe, con una cita a contrarreloj, y por el motivo que fuese, tú imaginas o barajas todo el abanico de posibilidades ante las que puedas encontrarte ese día, te plantea que van a prescindir de ti…

Ese día…la luz (intensa), que, antes de ser percibida como tal, te deslumbra en forma de oscuridad.

“Porque es una putada, porque se acaba una etapa, porque no volverás a ese sitio, con esas personas…”

Vale, es ahí donde aparecen emociones que podemos catalogar como desagradables (pasemos del típico y tan desafortunado concepto de “negativas”), porque las emociones no son ni negativas ni positivas, son emociones, una más agradables que otras…

Pues bien, esa luz aún no ha llegado al plano mental de tu cerebro…

Si otro día al azar, tu amiga, la de toda la vida, la que ha sido siempre el centro de atención en cuanto a notas, sociabilidad y chicos, te comenta que ha tenido un problema importante con esa otra amiga…

Claro, somos seres sociales, y empáticos, y tú, que eres su amiga, debes sentir la enorme tristeza, pero en cambio, te invade la sensación de impasividad…

Vuelven las emociones ambivalentes a entrar en juego…

Porque somos seres inconexos, porque es comprensible que, cuando se te compara (siempre desfavorablemente) con alguien en concreto, no despliegues tus recursos de persona “sufrida”, porque se te ha machacado demasiado en un mundo de competitividad y luchas de egos.

Así somos las personas, muchas veces sensatas, maduras, coherentes y congruentes.

Y otras muchas veces somos descentradas, incoherentes e inconexas.

Pero todo está bien, siempre que el bien moral y valores personales no queden pisoteados.

Ver la luz (y la oportunidad) y entender la ambivalencia emocional son, dos de las grandes batallas a lidiar en esto que llamamos vivir.

Ejemplos extraídos de dos usuarios anónimos, que, por fin, entienden el sinsentido de muchas de las situaciones que vivimos.