Tan simple como que, si llueve, el asfalto se moja.

Como que, si das un primer paso, dejas de estar donde (no querías) …

Tan simple como que el aire del verano asfixia, y el del invierno hiela…

Así de simple es observar y analizar situaciones varias, como que la ley de la gravedad existe. Porque si lanzas un lápiz desde encima del escritorio, éste cae (y reposa) en el suelo, y de ahí ya no se mueve.

Tan simple como pronunciar estas tres palabras: confía en ti.

Tan simple de leer, pronunciar y escribir.

Tan difícil de predicar.

Porque vivir en la era de la autoexigencia desmesurada, desbordada, en la era de la insaciabilidad, de la (necesaria) aprobación externa (nótese el tono irónico con el que pienso dicha frase al mismo tiempo que la escribo…) es un latigazo mental, corporal y emocional.

Difícil gestión la de procesarse (uno mismo) un amor incondicional, cuando se refuerza tanto la tan importante tercera opinión.

¿Y sabes que te digo?

Vive, disfruta. Que tu mejor legado no sea el aplauso de tu vecino el del cuarto (por ejemplificar), sino que, tu mayor triunfo pueda residir en hacer/decir/pensar/ser aquello que siempre has soñado.

Dando un primer paso.

El de confiar en la primera persona que siempre, digo siempre, va a estar a tu lado…

TÚ.