…en tiempos de hipervigilancia ante cualquier factor “contra”.
Miedo a lo que pueda pasar, a la incertidumbre, al no saber…
MIEDO AL MIEDO
Temer lo que posiblemente (y muy poco probablemente) llegue a nuestras vidas para darles un giro de 360, un giro bastante nefasto, porque claro está que, a nadie le gusta salirse de la zona de confort, y si ese alguien (que obviamente sí existe) está leyendo ahora mismo, entenderá que, para muchos, lo desconocido, más que un regalo, o una sorpresa… es una putada.
Con el atrevimiento a que no te quedes con la palabra malsonante, sino que, entiendas que, más allá de saber a ciencia cierta ese futuro incierto al que tanto le tememos, existe un regalo maravilloso llamado presente, del cual huimos constantemente.
Porque la ansiedad existe, y es real.
Y la tememos, nos agobia, nos invade, nos sacude…
ENEMIGA AFÉRRIMA
Nos limita, nos coarta, nos comprime…
Visto desde esta expresividad trágica, la ansiedad es una losa que pesa, y mucho.
Pero, intentado ver más allá de un concepto terrible que nos limita cada segundo de vida, decido pensar que ésta llega a nosotros, se fusiona con nuestras sensaciones, con el simple fin de entender que algo sucede (en nosotros) que está en desequilibrio.
Aprender a aprender.
Una persona que decida observar los síntomas desde el cero juicio (sé que suena difícil, y lo es), que pueda entender que dichos síntomas son la expresión de algún mensaje que aún se debe captar…
Y sé que he dicho que suena difícil, y que lo es, pero permíteme que te diga que IMPOSIBLE nunca.
Porque si uno aprender a parar, observar, entender y avanzar, dichas sensaciones de nombre ANSIEDAD y apellidos MALDITA ANSIEDAD, no son más que trampolines hacia la libertad de poder aprender que nada existe más allá del presente.
SER Y ESTAR
Escuchar, aprender, y reprogramar.
FELIZ DECISIÓN